Querida hija: Mucho antes de nacer ya eras el ser más querido de este mundo. Antes de decidir emprender el proceso de gestación subrogada, se nos presentaron muchos obstáculos en el camino, muchas dudas.
A veces llegamos incluso a pensar que nunca conseguiríamos tenerte con nosotros.
Pero el amor todo lo puede, y aunque los molinos eran auténticos gigantes que parecía que no podríamos vencer, luchamos lo indecible, contra viento y marea, contra ministras y cónsules, contra intolerantes feministas y radicales ultraconservadores.
Todo para que hoy puedas estar en nuestros brazos, los brazos de tus padres, que lo somos desde mucho antes de que tú nacieras, y lo seremos hasta el día que dejemos de existir.
Y lo somos, no porque una prueba de ADN lo diga, que también, sino porque somos los que te hemos dado y te daremos todo el amor incondicional, ahora y siempre, para que crezcas y te desarrolles en paz y libertad.
Porque ser madre o padre no es sólo darte la vida.
Ser madre o padre es cambiar el centro del universo, sea cual sea, y que éste pase a ser tu hijo, significa entregar todo tu corazón, tu vida y tus energías, todos los días de tu vida, para sacar adelante esas personitas y enseñarles a crecer y vivir.
Y quién sabe hija mía, quizá algún día seas una gran actriz, o una deportista de éxito o la ganadora de un premio nobel.
Ese día se acercarán a ti las mismas personas que hoy no desearían que hubieras nacido, las mismas personas que comparan la gestación subrogada con tráfico de órganos. Ese día esas personas querrán hacerse fotos contigo, ese día pretenderán que les hagas caso, ese día te invitarán a recepciones y te dedicarán emotivos discursos.
Y si ese día llega, deberás devolver con amor todo el odio que ellos te han dedicado, a ti y a tus padres.
Porque el amor todo lo puede, y si tus padres, con la ayuda de esa maravillosa persona que te cuidó durante nueve meses en su vientre, han sido capaces de traerte a este mundo, ha sido para que seas feliz, para quererte, cuidarte y amarte, y que en el futuro hagas tú lo mismo con los tuyos y con todos tus semejantes.
“Que donde haya odio, pongas tu amor, que donde haya ofensas, pongas tu perdón, que donde haya tristeza, pongas tu alegría.”
Bienvenida a este mundo hija mía. Qué seas muy feliz. Qué Dios te bendiga, a nosotros ya nos ha bendecido contigo.
Tus padres